miércoles, 25 de abril de 2018


PENSADORES  DE LA EDAD MEDIA


San Agustín (354 – 430, Imperio Romano)

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Nacido bajo el nombre de Agustín de Hipona, este filósofo tuvo una vida ligada a fe católica. Fue santo, padre y doctor de la Iglesia, y uno de los principales pensadores del cristianismo en el primer milenio.
Se lo conocía como el “Doctor de la Gracia” y es considerado uno de los filósofos más influyentes de la Edad Media, no porque haya vivido y analizado sus sociedades (su muerte fue anterior a la caída del imperio romano) sino porque fue fuente de inspiración de toda una generación posterior.
“Dios no manda cosas imposibles, sino que al mandar lo que manda, te invita a hacer lo que puedas, pedir lo que no puedas y te ayuda para que puedas”, fue una de sus frases más recordadas.

Anicio Manlio Torcuato Severino Boecio (480 – 524, Roma)


Resultado de imagen para anicio manlio torcuato severino boecioFilósofo romano, perteneciente a una familia de gran importancia, que dio tres Papas a la Iglesia católica, Boecio abarcó un amplio abanico de temas como el destino, la justicia y la fe, pero también la música, la aritmética, la geometría, la astronomía y la teología.
En su obra más famosa, La consolación de la filosofía, que escribió en prisión, mantiene un fluido diálogo con la filosofía, a quien le atribuye un rol femenino.
En ella departe sobre la naturaleza de la felicidad humana, los problemas del mal y el bien, la providencia y la libertad del hombre, el destino y el azar.
Sus pensamientos rivalizaban con San Agustín y Aristoteles y tuvo una importancia central en la teología cristiana. “Si hay un Dios, ¿de dónde proceden los males? Y si no existe, ¿de dónde se originan los bienes?”, fue una de sus frases más recordadas.
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San Anselmo de Canterbury (1033 – 1109, Italia)

Considerado el padre de la escolástica, discípulo de Lanfranco, basaba su enseñanza en la meditación, que según él justificaba la existencia de Dios.
Su principal punto de discusión fue la relación entre la fe y la razón, lo que llevó a que muchas de sus preguntas quedarán sin responder. Pensaba que no anteponer la fe, era presunción; sin embargo, no apelar a continuación a la razón era negligencia.
“No busco, en efecto, entender para creer, sino que creo para entender. Pues creo esto, porque si no creyere, no entendería”, fue una de sus frases más recordada.

Guillermo de Ockham (1280 – 1349, Inglaterra)

Imagen relacionadaDedicó su vida y su obra a la pobreza extrema, y fue acusado de herejía por estudiar la relación entre el papado y la doctrina de la pobreza, lo que le valió numerosos enemigos.
Acusó a Juan Pablo XXII de hereje, fue uno de los metafísicos más importantes de su época, y se destacó por su teoría metodológica en la que establecía: “Siempre debe optarse por una explicación en términos del menor número posible de causas, factores o variables”.
Impulsó una serie de ideas que motivaron las constituciones occidentales y las democracia liberales con sus formulaciones sobre la responsabilidad limitada del poder.
Su paso a las posteridad lo tiene como protagonista del detective Guillermo de Ockham en El nombre de la rosa (1980) de Umberto Eco y en el videojuego español La abadía.
“El hombre y la mujer han nacido para amarse; pero no para vivir juntos. Alguien ha hecho observar que los amantes célebres de la historia han vivido siempre separados”, fue una de sus frases más polémicas.

Tomás de Aquino (1225 – 1274, Italia)

Teólogo, metafísico y principal representante de la educación escolástica, fue quien recuperó los escritos aristotélicos y el primero que vio compatibles los comentarios del filósofo griego con la fe católica.
Prolífico e influyente, Tomás de Aquino tuvo una experiencia mística un año antes de morir que puso fin a su carrera como una figura pública. Algunas revelaciones divinas que lo trastornaron, según el registro de sus más íntimos confidentes, le impidieron seguir escribiendo.
“La fe es una gracia divina que Dios da a los hombres que elige y la razón se origina también en Dios; todos los hombres tienen razón, pero no todos tienen fe”, dijo poniendo fin a la idea de la doble razón.

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